Gines Marin en el Puerto Sta. María

By JUAN ROMERO JAIME EL CABALLO Y LA FOTOGRAFIA - agosto 07, 2017

Mientras Ginés continúa en esa racha que le hace ser el hombre que da esperanza, Morante firma momentos de toreo que sólo él puede hacer. Su faena al cuarto no puede ser siquiera maltratada por el error con la espada, porque entra en el cuadro de honor de su carrera.

Brindó Ginés Marín su faena del tercero a Vicente Amigo. El extremeño pudo lucirse con la capa en el saludo. Sin embargo, no le sobraban las fuerzas y tampoco tuvo buen fondo con el que suplirlas. Ginés tiró de actitud para resistir la movilidad del toro y aprovechar esas inercias mientras duraron. Corrió la mano con gusto en los medios y supo pulsearlo para templar las embestidas y sostenerlo. Dejó media estocada efectiva y cortó una oreja.

Cerró plaza un jabonero sucio prendido por el mismo denominador común de todo el encierro embarcado desde El Grullo: la falta de raza. Tuvo cierta movilidad en los primeros compases de la lidia, pero sin clase. Muy deslucido el toro, que se vino a menos enseguida. Cuidó la estética Ginés, consciente de que la puesta en escena podía resultar fundamental y puso todo lo que no tenía su adversario. Faena de torero en momento dulce, fácil y que ve toro en casi todos lados. La oreja y la consiguiente Puerta Grande estaban en el aire y hundió el acero entero, pero se ‘amorcilló’ el toro y tuvo que recurrir al descabello, certero en el primer golpe, pero el presidente no atendió la petición y saludó desde el tercio una ovación.

El sexto fue un jabonero sucio que soprendió a gran parte de la afición por su pelaje. Sin embargo esa belleza de lámina no estuvo acompañada de la bravura necesaria para romper la tarde. Se movió el cierraplaza pero de forma deslucida y siempre a menos. Ginés volvió a mostrar las ilusiones de un joven diestro que ve toro por todos lados. A base de tocar las teclas y de no aburrirse le exprimió todo el partido a noble antagonista. Puso gusto y forma en una faena de oficio pero con empaque. Estocada entera y descabello. Ovación tras petición y aviso.

Morante saludó a ‘Galiano‘, el toro de Núñez del Cuvillo que rompió plaza con verónicas de ensueño. Lances en los que toreó con cadencia y fue ganando terreno hasta rematar más allá de las dos rayas con una media al ralentí. Volvió a bordarlo con la capa en el quite. Nuevo ramillete de verónicas que rubricó con media y serpentina. Comenzó el trasteo al noble astado con muletazos de rodilla genuflexa. Llenos de torería. Después, hubo argumentos en el toreo fundamental. Primero, en redondo, y después, en naturales de seda. A cámara lenta varias tandas. Esfuerzo de Morante con un toro que, por desgracia, duró poco. Era faena de premio, se perfiló y el acero encontró hueso. El toro terminó echándose lo que enfrió al tendido. Ovación.

Morante firma momentos de toreo que sólo él puede hacer. Su faena al cuarto no puede ser siquiera maltratada por el error con la espada, porque lo del cuarto es de titulares a toda plana. Una torería añeja y actual desde el inicio de la faena hasta las tandas donde la velocidad escasa del toro aún quedó más reducida en las muñecas de Morante. No fue temple, que es técnica apreciada, sino reducir y hacer más hondo el tiempo, que es propiedad del arte.

De armónicas hechuras, bajo y cómodo de cara, el segundo fue un toro que humilló en el capote de Cayetano y tuvo movilidad en los primeros tercios. Sacó partido de ello Iván García que dejó un sensacional tercio de banderillas. Comenzó el dinástico el trasteo con ambas rodillas en tierra antes de sacárselo a los medios. Ahí, construyó una faena en la que exprimió lo que tenía el de Cuvillo, al que le faltó empuje y casta. Se acabó aburriendo y apagándose lo que obligó al torero a tomar el camino de la espada. Ovación.

No tuvo suerte Cayetano en el sorteo matinal y pechó con un quinto mansurrón. Adoleció de casta el toro de Núñez del Cuvillo y se rajó a las primeras de cambio obligando al torero de dinastía a perseguirlo por todos los terrenos de la plaza. No hubo forma de sujetarlo por mucho que le trató de buscar las vueltas. Ovación.